Una vez más acabé sucumbiendo a tu llamada y acudí a vernos... nuevamente ese adiós, volvió a pasar a ser un hasta luego... hasta que otra vez, ocurra algo que me haga alejarme de ti por un tiempo...Hoy en mis horas de trabajo, como tantas otras veces, me entraron ganas de escribir historias. La mayoría deseos o inquietudes. Como la historia de hoy, un deseo, tal vez un sueño, un cuento que vive tan solo en esas horas en las que duermo.
Pondré nombres ficticios, no quiero dar a conocer a las protagonistas de esta historia inventada:
Érase una historia de amor incomprendido, 2 personas, 2 mujeres que distaban en su edad. Los prejuicios y los comentarios hirientes formaban parte de su día a día. Para la más joven, Lidia, no fue nada fácil conquistarla.
Los miedos y los muchos años guardando las apariencias, dieron pie a llevar una imagen que ni por asomo llegaba a parecerse a la realidad de su mente, impedían que Marta, la más mayor, diera el paso de llevar a cabo aquello que Lidia le proponía.
Finalmente, tras algo más de dos años, con alguna que otra duda o reticencia, Marta tomó la decisión de no seguir mintiendo a aquella persona que suspiraba por ella cada día.
En la primera ocasión que tuvo de encontrarse con Lidia a solas, Marta abordó a la joven. Los nervios se apoderaron de ella y torpemente se acercó a ella sin decir nada hasta que se atrevió a besarla...
La joven Lidia, ajena a cuántas razones podían existir para que aquello hubiera pasado se dejó llevar por el momento hasta que sus caras se separaron.
Se miraron en silencio durante unos segundos, hasta que Marta finalmente, comenzó a hablar titubeante. Tras muchos rodeos, concluyó su discurso pidiendo perdón a la chica por haberle mentido. Su estatus impidió que sus sentimientos aflorasen de manera sincera y por eso, cuando Lidia se le declaró en el pasado, alegó sentirse halagada pero sin poder corresponder aquellos sentimientos. Quiso en diferentes ocasiones, descubrir con su mirada aquella farsa y contarle la verdad, pero siempre se echaba para atrás por miedo a que su entorno, no asimilara con buena actitud la realidad sobre su vida.
Ya se había cansado de fingir y ahora el temor de Marta no era otro, sino que Lidia, esa persona que anteriormente se ponía tan nerviosa al tenerla delante que era incapaz de hablarle sin que le temblase la voz, tuviera su corazón ocupado.
Por fortuna la joven seguía libre, nadie formaba parte de su vida. Pero ella, seguía sin entender el propósito de Marta.
La joven comenzaba a ponerse nerviosa por momentos, desde que la vio acercarse cada vez más hacia ella para terminar besándola. Quería saber si eso que había pasado minutos atrás volvería a repetirse y de qué forma.
Aún así, no pudo evitar sentirse engañada, ya que durante algo más de dos años, estuvo creyendo una mentira. Tenía motivos para sentirse así, pensaba.
Se sentía incluso ridícula de pensar que durante ese tiempo, siempre tuvo dudas respecto a Marta y por fin, había descubierto una verdad cuando ya empezaba a olvidarse de ella.
Su teoría de que pocas veces se equivocaba en su opinión sobre alguien, hizo que se sintiera dichosa de no haberse equivocado una vez más, aunque a veces quiso creer a Marta para intentar hacer más fácil su dura negativa meses atrás.
Pero Lidia, poco tiempo tardó en volver a tener ese hormigueo en el estómago con Marta ante ella. Empezaba a crecer la ilusión en su interior y esta vez no quería cometer ningún error.
Si tanto tiempo había soñado con ese momento, ahora que por fin lo estaba viviendo, no podía dejar escapar la oportunidad que tan fielmente creía que merecería la pena y la haría feliz.
Pasó de sentirse engañada a sentirse orgullosa y alegre de haber conseguido algo que llevaba mucho tiempo esperando y ya había dado por perdido.
Ambas decidieron desde ese momento, dar comienzo a una relación, que con el tiempo descubrirían, si esa espera que vivió Lidia y esa agonía que sintió Marta, las llevaría a un mundo aparte donde vivir sin dudas, sin prejuicios y aisladas de cualquier tormenta...
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