sábado, 20 de agosto de 2011

Mi vida estos meses ha cambiado mucho.
Hasta el punto de que he llegado hacer cosas que antes ni siquiera tenía bien vistas.
Pero eso cambia cuando te ves en la situación y sientes que el más mínimo detalle que te ofrezcan te hace sentir la persona más afortunada del planeta.

Si algo se aprende con el tiempo es que no podemos decir que algo no lo vamos a hacer jamás, porque en cuestión de segundos, acabas haciendo esa cosa que tan seguro estabas que no harías...

Con el tiempo me he vuelto desconfiada pero he aprendido también que todo el mundo merece una oportunidad, que todo el mundo merece ser escuchado y valorado por lo que es.
Cada persona es un mundo y a cada persona hay que ofrecerle aquello que solicita en silencio.
Todo el mundo tiene necesidades y muchas de esas necesidades a veces son simples detalles.

Hay gente que tiene la necesidad de que la hagan reír, otras necesitan que la acaricien y las mimen, otras necesitan que las escuchen y para eso a veces tiene la necesidad de gritar...
otras necesitan un simple beso que para ellas, son mucho más que eso, otras necesitan palabras de cariño, de amor... una simple mirada, una simple sonrisa.

Para mi opinión, existe la felicidad, pero no existe la felicidad plena y eso es algo que aún así, nos empeñamos en seguir buscando.







A veces queremos entregar momentos de felicidad a alguien y no somos la persona que necesitan que se la ofrezcan y por eso es mejor dividir el camino.


Esta es la canción que suena en mi audio desde entonces. Sé que hoy me has llamado, pero estaba en la ducha y no escuché el tlf.

Pablo Alborán - Desencuentro.






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